martes, 17 de mayo de 2011

TODO EL ROCÍO ENTRE MIS DEDOS

a Victoria Aylen Simón, a Alexia Naara Simón y a sus padres.
Sostengo todo el rocío entre mis dedos, mientras camino llevándolo a pasear por un monte lleno de eucaliptus. Los duendes vuelan a mi alrededor, aparecen en lugares distintos. La tierra se siente celosa, quiere elevarse con su zigzagueo nocturno y los gnomos que están vestidos de agua.
Hay un demonio petrificado con un solo cuerno en la frente que quiere partirme en dos con su poder. Pero mis pequeños amigos le tiran con frutillas hechizadas. Lo desmayan con palabras llenas de lucecitas y alelíes.
La magia del verano quiere ver las numerosas gotas sostenidas por mis manos. Pero yo puedo hacer a la llovizna invisible cuando lo deseo. Eso me lo enseñaron los fetos interestelares, que danzan contentos debajo de las constelaciones, zonas luminosas.
Una niña intenta aprender cómo hacer este juego maravilloso. Bajo a las gotas, las suspendo de manera horizontal sobre su cabeza. Ella sonríe, se le erizan los cabellos.
La luna, hecha de arcilla, espera el momento en que amanezca. El amanecer asoma con lentitud, bosteza. Junto con las liebres escapo hacia las madrigueras a esperar la noche y sus maravillas ocultas, para saborearlas bajo las pléyades más brillantes.

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