jueves, 12 de mayo de 2011

LA MADRE DE LOS UNIVERSOS

                             Aguas claras de Olimpo que la diosa guarda.
(Cristálida)
Luis Alberto Spinetta
La Madre de los Universos existió antes que Dios y el Tiempo. Sus cabellos lacios caían sobre sus pechos voluminosos y su cuerpo desnudo.
Sentía un intenso dolor en el vientre. Mientras volaba con sus alas azules por el caos ese dolor hizo que de su vagina nacieran millones de burbujas brillantes, que contenían el germen de la vida y la muerte. Esa escena era repetida por ella desde el principio hasta el fin, desde el fin hasta el principio, exhalando y absorbiendo de sus genitales dichas burbujas mágicas. Un día lleno de eternidades consiguió desprenderse para siempre de esos racimos burbujeantes. Su sufrimiento, la condena a ejercer para siempre los mismos actos desaparecieron.
Las burbujas se dilataron en el nacimiento del espacio formando universos que contenían dioses, seres y materia. Todos ellos tenían el placer de la vida y el dolor de la muerte. Algunos cosmos chocaron entre si, formaron nuevos mundos. Cada uno tenía sus propias leyes físicas, colores y sonidos.
Una vez libre, La Madre de los Universos dejó en manos de los dioses los mundos que habían nacido de su pena y se esfumó en las brumas del caos. Quizás para dar vida a otros universos y cosmos, o para sentir en su carne la piel de todos sus hijos.


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