lunes, 16 de mayo de 2011

LA MUCHACHITA PÚRPURA

a Melania Lorena Araya
La Muchachita Púrpura está sentada en el fondo de mis ojos. Sale a mirar la vida apoyando sus brazos sobre los balcones de mis pestañas. Se viste con mi sangre y cuando lloro patina sobre mis mejillas.
Casi siempre está leyendo el libro de los sentimientos. Si lee: “Esta tarde estoy triste” revisa cada uno de mis recuerdos, hasta que pone el que me molesta en lo profundo de mi memoria para que no lo recuerde. Pero a veces le gusta hacer travesuras.
Ella ha descubierto mi deseo de suicidarme y se entretiene insertándome ansias de muerte. Por momentos me encuentro frente al espejo suplicándole a mi propia imagen no existir, mientras escucho cómo la Muchachita Púrpura se mata de risa dentro de mis pupilas.
Ha llegado la hora de adormecerla. Me pongo unas gotas en los ojos y ella se desmaya.
Cuando despierta, un tanto mareada, le digo que si vuelve a perturbarme con sus diabluras me arrancaré los ojos y no verá más el mundo.
Se tira al piso y se retuerce de la bronca, dando puñetazos y patadas en mi retina. Luego, un tanto mareada, vuelve a leer el libro. Lo analiza y en los jardines de mi espíritu florecen alelíes. Cuando eso sucede es cuando más la extraño. Miro mis pupilas y si no la veo lloro.
La Muchachita Púrpura es como un recuerdo que a veces explota en mis ojos.

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