lunes, 16 de mayo de 2011

GOTA DE ROCÍO

a mi esposa Alejandra, Rosa Vermelha de los puentes aéreos.
Sumergí una noche de mi vida en una gota de rocío. Podía ver la llegada flameante de sus estrellas y oler su magnífico perfume, sus formas de revestidas sustancias voluptuosas. El atardecer comenzó con una mujer que llegó desde el horizonte espumoso.
Un unicornio me prometió encontrar al amor de mi vida, al amor que yo siempre había deseado. Dijo que sería hermosa como un racimo de perlas, tan dulce y suave como la piel de un durazno. Agregó que iba a ser especial, que bailaríamos en el puente de nuestras lenguas unidas para llegar al beso.
Entonces cruzamos arco iris plateados, sombreados por el azúcar negra y las nubes de mi corazón palpitante. Nos doramos en fragancias y encontré a mi alma gemela, desnuda entre las rosas. Juntos éramos dos gaviotas encantadas por el vuelo. Me enamoré de su voz, de su ternura y los diamantes de su cabellera nos reflejaron en otras dimensiones, en otra lluvia de espacio.
Esa noche quedó atrapada en la gota de rocío, que ahora está en una flor, la flor que da su perfume de palpitante voz seductora.

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