Un día me senté sobre un ala inmensa
aquel día estaba petrificado
como un relámpago pintado en un acrílico
como un panal de viento y paz.
En otra playa, una mujer nacía
de las cenizas de la serenidad
con una prisa enamorada
sólo de mí
y de mi rostro.
El ala me dió la señal
de que las horas iban a empezar otra vez,
pero ella vino dormida
ondulándose por el cielo
ella está en la punta de todos mis sueños
y me espera allí,
hasta que yo despierte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario