jueves, 5 de mayo de 2011

SENOS DE ÁGUILA


 El seno izquierdo de Alicia los Almendros, seguía y seguía creciendo en el rancho de adobe. Ese día vino el doctor y le indicó una internación urgente para extirparle el tumor. Pero ella notaba que se movía como una vibración incesante, mientras el busto comenzaba a pudrirse. El doctor dijo: –denle agua y traigan a un hechicero.
El curandero llegó con su sombrero de plumas. Danzó alrededor de Alicia los Almendros durante toda la madrugada. Su seno izquierdo se movía sin parar. Se ponía duro como una piedra y despedía un olor fétido. Algunas aves rapaces vinieron a cantar posadas en los árboles del lugar. Y ella con dolor, sentía que algo la comía por dentro, que la desgarraba y que abría unos pequeños ojos.
El sol no tardó en subir por la ventana e iluminar el seno izquierdo de Alicia los Almendros. Era tan intenso su calor al mediodía que sintió una contracción en su mama. El curandero la apretó fuerte con sus manos, el pico de un ave rompió el centro del pezón. Ella vio como comenzó a desmenuzar el resto de la carne. Pronto, al despuntar el atardecer, las garras del águila estaban posadas sobre lo que quedaba del busto.
Afuera las aves rapaces esperaban.

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