jueves, 12 de mayo de 2011

LOS TATUAJES VIVIENTES

Ese ángel que pintaste en mi espalda, vuela. Sale de mi cuarto con sus colores tibios, remonta el cielo. Después vuelve, se desnuda frente a mí.
Esos ojos que grabaste en los senos, a veces lloran. Mojan mi vientre con sus lágrimas rojas, hasta parecer que desangro tu amor cristalino.
Ese rostro que tatuaste en mi hombro, habla. Dice palabras suaves o recita poemas oscuros. Te describe como un lobo negro que aúlla en la soledad.
Esa flor que dibujaste en el vientre, crece. La riego con mi aliento en la noche y me da su perfume. Pero el recuerdo de tu adiós en el otoño siempre la marchita.
Ese tigre pintado entre las piernas, ruge, ruge por el amor que incendia poco a poco mi alma. Ruge en la selva de mi melancolía que arde como un mar de fuego.

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