lunes, 16 de mayo de 2011

ANTICRIPTOR

Él es el pequeño que vive encerrado en la crisálida luminosa. Sus genes han recibido la información de hacer crecer sus colmillos entre el estiércol de su capullo. Pongo mis manos sobre la ninfa que emite luces de diferentes colores. Los resplandores del huevo me iluminan, está por salir, muerde el tejido. De pronto me crecen colmillos y ayudo a nacer al espécimen al morder la crisálida. Los dos nos encontramos en un mordisco en el que arranco parte de su cuello. Lo tomo con mis manos y logro hacerlo vivir.
Ahora Anticriptor, de cabellos rubios, duerme abrazado a mí entre pompas de sangre como si yo fuese su padre amante.
Todos los días interconectamos nuestros cerebros,
bebemos sexo de mis pensamientos líquidos.
Todos los días hay un puente sexual que une
nuestras mentes cuando miramos las habitaciones del Hada Negra.
Yo accedo a sus ciudades de niebla donde viven monstruos de diferentes tamaños. Anticriptor asesina a las sirenas que sueño en la noche.
Por la mañana desayunamos juntos, algunos personajes salidos de nuestras pesadillas nos observan.
Ahora que ha crecido le encanta clavar sus dientes en mis brazos y a mí me fascina hundir mis uñas en su pecho. Esa es nuestra extraña manera de amarnos. A veces me basta con hipnotizarlo para hacerle el amor y dejarlo satisfecho.
Su mirada se enferma de mí, y yo me enfermo al cerrar sus pupilas.
Mañana mataré un nuevo demonio de su mente.
Mañana morderemos juntos al amor.

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